Aquellos muchachos que suspiraban por las melodías de los Beatles y las armonías de The Byrds sin soltar el pedal distorsionador son hoy hombretones en la cincuentena que, en su reciente Nothing lasts forever' siguen dándole una oportunidad a la melodía reparadora, resabiados pero con las ilusiones a flote. Y citando a la afición en una sala con asientos, para degustar en calma, como este miércoles en Paral·lel 62.