Usar calificativos como elíptico, opaco, metódico y enigmático al hablar del cine de Angela Schanelec se ha convertido en costumbre, y eso es algo que su nueva película no va a cambiar en cuanto que se compone de los rasgos que configuran el sello de estilo de la alemana: planos largos bellamente diseñados, actitud laxa respecto a la continuidad temporal, interpretaciones contenidas y sustentadas más en los movimientos y los gestos que en el diálogo, precisión quirúrgica en el uso del sonido y un enfoque general de la narración basado en la omisión, la sustracción y la ofuscación.