Las canciones no se escriben pensando en la última vez que se interpretarán en público, pero así se encontraron las de Sabina este jueves en el Palau Sant Jordi, envueltas en un aura de fundido y recapitulación, allí donde la tonada se funde con la carga de recuerdos de cada receptor. Audiencia tirando a madura, claro, que acudió para tal vez cerrar una puerta de su historial íntimo en un concierto, el de esta gira de despedida, Hola y adiós', en el que resonó la memoria sentimental de una era, con melancolía y una pizca de celebración por lo vivido.