Vuelve la tensión, y la intriga, en el mapa festivalero catalán, y las jugadas a diversas bandas propias de una partida de ajedrez. Es así porque la música en vivo vive hoy cifras globales de negocio al alza y, cuando toca espacios o marcas de titularidad pública, las administraciones se están viendo abocadas a organizar concursos a los que optan las diversas promotoras. Episodios de pugna, inhabituales hace solo unos pocos años, como el de meses atrás en el reparto de festivales en el Fòrum, y que volverán este otoño: las muestras veraniegas de los jardines de Pedralbes y de Porta Ferrada tienen ahora abiertos procesos de licitación en los que rivalizan varios de los operadores más importantes del circuito musical catalán.