Suena 'Feeling good', el arranque infalible de los conciertos de Michael Bublé desde hace años, y el público ruge. Sobre el escenario, el hombre que todas las madres querrían para sus hijas (o para ellas): impecable con un traje oscuro, con un puntito canalla, pero sin pasarse, y el aplomo que dan 75 millones de discos vendidos, cinco premios Grammy y haber llenado estadios en más de 30 países cantando al amor más hiperbólico. El yerno perfecto está en el jardín botánico de Callella de Palafrugell para lucir su fórmula ganadora, con la mezcla justa de actitud, estándards y algunas canciones propias. A ritmo de un repertorio de jazz y pop con tanto 'love' que las letras las podría firmar el mismo Cupido, viene a coronar una nueva edición del festival de Cap Roig.