Venía de una noble estirpe familiar de músicos (su padre, Santiago, y el abuelo Patricio) que cultivaron el acordeón en la música mexicana norteña, pero Flaco Jiménez se propuso ir más allá y demostrar que su instrumento casaba con casi cualquier estilo. Lo logró al ser requerido por un amplio espectro de artistas, de Sabina a los Rolling Stones, y al verse reconocido por la industria más mainstream', que le concedió hasta seis premios Grammy, el último de ellos, en 2015, como reconocimiento al conjunto de su carrera.