Alma libre como es, Manu Chao sólo hace algo en sus conciertos: lo que quiere. Nadie podrá reprocharle nunca que se ha saltado el guión, porque ni se intuye un esquema previo: sin freno solape canciones, las mezcla a conveniencia y avanza y retrocede, salta de un tema a otro y vuelve de nuevo al primero. Para los debutantes, es una maraña hipnótica realmente desconcertante, para los acólitos, una muestra más de la genialidad de un tipo que va siempre a contracorriente.