Cuando el retraso ya rondaba los tres cuartos de hora, comenzó a dejarse oír la protesta en el Palau Sant Jordi, una ráfaga de silbidos y abucheos. Sin prender, seguida de un silencio resignado. Pero el minutero iba avanzando y ahí nada se movía. Una hora de retraso. Nueva racha de griterío. Hora y cuarto. Y a la hora y 20 minutos, salió por fin Madonna. Estrella mayestática e integrante del club de artistas con cierta propensión a la impuntualidad, como Justin Bieber, Kanye West, Rihanna, Guns n'Roses o Luis Miguel.