Parece una tradición, pero en realidad es lo que se conoce como una tradición inventada. Josep Anton Díaz, miembro de los servicios de Protocolo de Mémora, explica que la empresa empezó a ofrecer acompañamiento musical en los funerales populares en la década de 1990. Solo un poco antes de que Halloween irrumpiera en Catalunya. Desde entonces, añade Díaz, la práctica ha crecido "exponencialmente", hasta convertirse en más o menos la norma en ceremonias tanto religiosas como laicas. Josep Ventura, consejero delegado de la funeraria Áltima, enmarca el crecimiento dentro de la tendencia a la "personalización" de las exequias. Más acentuada en las civiles, que se acercan al 40% del total y cuyos oficiantes proceden de la comunicación, la interpretación y la psicología o han sido formados por profesionales de estos ámbitos.