Vulvas y penes gitanes, cuerpos desnudos, besos entre hombres o sexo explícito en capiteles y otros adornos de las iglesias románicas. Entre los siglos XI y XIII hubo una feroz lucha por el poder entre la nobleza y el clero. Y el control del sexo estuvo en el centro. Para la nobleza, porque para consolidarse en el poder necesitaba exhibir que formaban parte de linajes fuertes -la reproducción estaba en el centro de la conversación- y para la iglesia, porque aislando a los individuos y controlando esa reproducción, tanto entre religiosos como en la sociedad laica, podía acceder al poder. Es la tesis de arranque de El sexo en tiempos del Románico, escrito por la doctora en Filosofía, historiadora e investigadora Isabel Mellén (Vitoria, 1986), y publicado recientemente por la editorial Crítica. "La clave del poder en la historia es el control del sexo".